#2355 – Maldición de los Ammons

Inician las manifestaciones

En noviembre del 2011 Latoya Ammons, su madre y sus tres hijos de 7, 9 y 12 años se mudan a su nueva casa en la dirección #3860 Carolina St. Gary, Indiana.

Al poco tiempo comienzan las primeras anormalidades. Lo primero que logra notar la familia es como un enjambre de moscas invade su pórtico en intervalos de varios días. Esto sucede durante el mes de diciembre cuando se suponía que dichas moscas ya deberían de estar muertas para esas fechas.

La madre de Latoya, Rosa Campbell, inicialmente escucha pasos proviniendo del sótano y como cruje la madera de las escaleras del mismo sótano para justo detenerse en la puerta de este. Días más tarde, Rosa le dice a su hija haber visto una sombre moverse en la sala y al investigar encontró la huella de una bota.

A principios del 2012 los sucesos salen de control. El primer acontecimiento que ocurrió fue durante una noche cuando en la casa de Latoya habían invitados con el motivo de “despedirse” de un ser querido que recientemente había fallecido. Alrededor de las 02:00 am de esa noche, la hija mayor de Latoya, 12 años, dormía en su cuarto en compañía de la hija de uno de los invitados. La tranquilidad se vio interrumpida por fuertes gritos que provenían de la habitación donde se encontraban ambas niñas. Latoya, Rosa y algunos invitados se dirigieron en seguida hacia el cuarto, Latoya abrió la puerta y encontró a su hija inconsciente y levitando a un metro sobre su cama.

Los presentes estaban estupefactos con los que estaban viendo, lo único que podían hacer era acomodarse alrededor de la niña y rezar. A los pocos minutos la niña empezó a descender hasta llegar a su cama, cuando se despertó no tenía recuerdo alguno de lo que había pasado. Los invitados de esas noches jamás se atrevieron a volver a esa casa.

En busca de ayuda

Después de esa noche Latoya supo que necesitaba ayuda de alguien que supiera lidiar con lo que sea que estuviera pasando en su casa. No estaba segura de que era, pero su madre Rosa le aseguraba que era una fuerza paranormal.

Latoya aconsejada por su madre, empezó a buscar iglesias y sacerdotes que las pudieran ayudar u orientar a encontrar una solución. Una de las iglesias le recomendó limpiar su casa con cloro y amoniaco. Luego con aceite de oliva hiciera cruces en cada puerta y ventana de su hogar.

Lo anterior no funcionó y siguió buscando ayuda en otro lado. A los pocos días logró contactar a dos clarividentes que le dijeron que su casa estaba poseída por 200 demonios y lo mejor que podía hacer es buscar otra casa. Desafortunadamente para Latoya eso no era una opción ya que con mucho trabajo había podido rentar la casa que en ese momento ya estaba habitando.

Antes de irse los clarividentes uno de ellos le dijo a Latoya que sería bueno que pusiera un altar en el sótano y le dejo indicaciones para un ritual de limpieza. Dijo que esto funcionarias para que se purgara la casa desde abajo.

Ella sin pensarlo dos veces, bajó al sótano una mesa y la cubrió con una sábana blanca. Sobre la mesa puso una vela blanca y tres estatuillas que eran de Jesús, María y José.

Latoya y Rosa se cubrieron sus cabezas con camisas y bufandas de color blanco. Siguiendo el consejo del clarividente, quemaron salvia y azufre en toda la casa, comenzando de arriba hacia abajo. El humo era tan denso que apenas podían respirar.

Estando de vuelta en el sótano Latoya dibuja una cruz entre el humo, abre la biblia en el salmo 91 y comienza en voz alta.

“Tu que habitas al amparo del Altísimo

y vives a la sombra del Omnipotente, di al señor:

“¡Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti!”

Él te librará de la red del cazador y de la peste mortal.

Te cubrirá con sus plumas y debajo de sus alas te refugiarás.

Su brazo es escudo y armadura.

No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,

ni la epidemia que camina en las tinieblas,

ni la peste que devasta a mediodía.

Caigan a tu lado mil y diez mil a tu derecha,

a ti no te alcanzará.

Basta con que mires con tus propios ojos,

para que veas el salario de los malvados,

porque hiciste del Señor tu refugio

y tomaste al Altísimo como defensor.”

Latoya cuenta que esto le ayudó porque no hubo ninguna anomalía en los siguientes tres días. Pero las coas empeoraron.

Efecto de las manifestaciones sobre la familia Ammons

La familia afirma que a partir de este momento se puede percibir cierta tensión entre los integrantes de la familia, todo esto acompañado de malos olores que aparecían por ratos durante el día. Rosa le dice a Latoya que lo niños son vulnerables a cualquier ataque o posesión.

Con el paso de los días los ojos de los niños comienzan a hincharse, sonrisas malvadas cruzan sus rostros y sus voces se hacen profundas y de tonos graves por momentos.

De hecho, el niño más pequeño de todos, de 7 años, se sentaba enfrente de su closet y decía que hablaba con otro chico quien le describía como se sentía ser asesinado.

Los otros dos niños de 9 y 12 años aseguraban que en las noches sentían que algo los asfixiaba, no los dejaba mover o gritar. La mayor muchas veces escucho una voz que le decía que no viviría por mucho tiempo.

Latoya acude a su médico de cabecera, ya que los niños no muestran buen estado de salud. El 19 de abril del 2012 el Dr. Geoffrey Onyeukwu visita la casa de los Ammons y asegura que, en 24 años como médico, jamás había escuchado una historia igual.

El Dr. Onyeukwu menciona en su reporte médico como los hijos de Latoya lo empezaron a maldecir con voces demoníacas, enfureciéndose con él. El médico dijo que el niño más joven fue levantado y arrojado contra la pared sin que nadie lo tocara. El niño inmediatamente pierde el conocimiento.

Rosa marca el 911 y a los pocos minutos varias patrullas y una ambulancia llega por él y lo trasladan a un hospital. El personal comienza a revisar a los tres hijos de Latoya y se percatan que no están en buenas condiciones. A pesar de no mostrar moretones u otros signos de violencia, los niños lucen cansado y estresados, claros signo de abuso y negligencia. Hasta se llegó a pensar que los niños sufrían de alguna enfermedad mental y que su madre los alentaba a su comportamiento errático que los llevaron a estar en las condiciones en que estaban.

A razón de esto la trabajadora social del Departamento de Servicios Infantiles del estado de Indiana (DSI), Valerie Washington, es asignada al caso de la familia Ammons.

Mientras un psiquiatra del hospital evaluaba a Latoya y determinaba que estaba en “sano juicio”.

Valeria se encontraba con los niños de 7 y 9 años. Dice que durante la evaluación el menor comenzó a gruñir mostrando los dientes. Sus ojos rodaron hacia atrás y tomo a su hermano de la garganta, se negaba a soltarlo hasta que con ayuda de Valerie y otra enfermera le abrieron las manos.

Más tarde esa noche, Valerie y el enfermero Willie Lee Walker llevaron a los dos niños a una pequeña sala para una nueva entrevista. Su abuela Rosa se unió a ellos. El niño de 7 años miró a su hermano a los ojos y comenzó a gruñir de nuevo. “Es hora de morir”, decía el niño con una voz profunda y poco natural. “Voy a matarte”, continuaba. Mientras el niño más joven hablaba, el hermano mayor comenzó a darle cabezazos a Rosa en el estómago.

Rosa agarró las manos de su nieto y comenzó a orar. Lo que sucedió a continuación “sacudiría” a los testigos y, para algunos, fue prueba suficiente de actividad paranormal.

Según el informe que Valerie escribió para el DSI, cuenta como el niño de 9 años tenía una sonrisa extraña y sosteniendo las manos de su abuela caminó hacia atrás llegando hasta la pared, allí puso sus pies sobre la pared y empezó a caminar verticalmente hasta llegar al techo, para luego pasar justo arriba de su abuela y caer del otro lado.

Rosa, Valerie y Willie no daban crédito de lo que acaban de ver. No hay forma de que lo que habían presenciado fuera real. Valerie dice haber sentido un fuerte escalofrío por todo el cuerpo y sintió la necesidad de salir de la habitación. En cuanto a Willie, salió corriendo justo detrás de ella.

En el informe de Valerie, ella añade que una vez fuera del cuarto, buscó a un médico y le contó lo sucedido. El médico, que no les creyó, hizo que regresaran a la habitación y le pidió al niño que volviera a subir por la pared. Willie le dijo al médico que dudaba que el niño pudiera repetir la hazaña, por que el niño que ahora veían no era el mismo niño de hace unos momentos. Su aspecto, sus ojos y su semblante eran completamente diferentes. El niño decía no recordar lo que había sucedido y que no podía hacer lo que le pedían.

Al día siguiente era el octavo cumpleaños del hijo menor de Latoya. El DSI le pidió a ella que llevara a los niños al hospital para hablar más sobre el tema. La familia celebró el cumpleaños del niño cantando y comiendo un pastel ahí mismo.

Ese mismo día más tarde Valerie le dijo a Latoya que los niños no regresarían a casa. El DSI tomó como medida de emergencia el tomar la custodia de los niños sin una orden judicial. Todos los niños experimentaban angustia espiritual y emocional. Latoya y sus hijos lloraron porque no querían separarse. Pero ella sabía que era por el bien de sus hijos, ya que sentía que no podía protegerlos contra una fuerza que no ve.

La iglesia se involucra

El 20 de abril de 2012 mientras el reverendo Michael Maginot dirigía un estudio bíblico, recibió una llamada de un capellán del hospital. El capellán le contó la historia de los Ammons y el del niño que caminaba en la pared, historia que se había esparcido por todo el hospital. Maginot interviene en el caso.

El 22 de abril de 2012. Maginot se dispone a ir al hogar de los Ammons. Durante su visita el reverendo se quejó de tener dolor de cabeza, escuchar ruidos en el sótano y percibir olores fétidos. Maginot dijo que Latoya se convulsionó cuando le colocó un crucifijo en la cabeza y después de una entrevista de cuatro horas, Maginot dijo que estaba convencido de que la familia estaba siendo atormentada por demonios. Dijo que también creía que había fantasmas en la casa. Maginot bendijo la casa antes de irse, orando, leyendo la Biblia y rociando agua bendita en cada habitación. Les dijo a Latoya y a Rosa que se fueran porque no era seguro. Ellas a los dos días se mudaron temporalmente con un familiar.

Pero menos de una semana después, las dos mujeres regresaron a Carolina Street para permitir que Valerie verificara el estado de la casa. Valerie les pidió a unos oficiales de policía del condado de Gary que la acompañaran.

Austin, el capitán de la policía del condado de Gary, fue uno de esos oficiales. El no creía en los fantasmas y lo sobrenatural, pero Austin cambió de opinión después de visitar la casa de los Ammons.

Ese día una de las grabadoras de audio del oficial funcionó mal, según los registros policiales de Austin y Hammond, el otro oficial, la luz de encendido parpadeaba para indicar que las baterías se estaban agotando, a pesar de que Austin había colocado baterías nuevas en la grabadora ese mismo día. Hammond logro grabar un audio con su celular y, cuando lo reprodujo más tarde, escuchó una voz desconocida susurrar –“hola”, esto según los registros de la policía del condado de Gary.

Ese oficial también tomó fotos de la casa. En una foto de las escaleras del sótano, había una imagen blanca nublada en la esquina superior derecha. Cuando se agrandó la foto, esa nube parecía parecerse a un rostro. La ampliación también reveló una segunda imagen verde que, según la policía, parecía una mujer. Austin dijo que las fotos que tomó con su celular también parecían tener siluetas extrañas en ellas.

EL 10 de mayo de 2012 Latoya, Rosa, el reverendo Maginot y los dos oficiales, Austin y Hammond regresaron a la casa de los Ammons. También se les unió Samantha Ilic, trabajadora social del DSI que estaba allí porque se ofreció como voluntaria para ir en al lugar de Valerie ya que esta última jamás quiso volver a la casa.

Decidieron iniciar investigando en el sótano. Samantha tocó un extraño líquido que vio goteando en el sótano y dijo que se sentía resbaladizo pero pegajoso entre sus dedos.

Maginot les dijo a los oficiales que quería revisar la tierra debajo de las escaleras en busca de un pentagrama u objetos personales que pudieran haber sido maldecidos o si alguien había muerto en la casa para luego ser enterrado en los cimientos de esta.

Uno de los policías cavó un agujero de aproximadamente un metro de profundidad desenterrando una uña rosada, un par de bragas blancas, un alfiler, una tapa de una cacerola, unos calcetines, envoltorios de dulces y un objeto de metal pesado.

Maginot bendijo un poco de sal, diciendo que es una barrera contra el mal, y la esparció debajo de las escaleras y por todo el sótano. Samantha más tarde mientras estaba en la sala con el resto del grupo empezó a sentir como su dedo meñique izquierdo, con el que toco el líquido en el sótano, comenzó a hormiguear y tomar un tono pálido. Ella se quejó de que se sentía roto. A los pocos minutos después, Ilic dijo que se sentía como si estuviera teniendo un ataque de pánico. No podía respirar, así que salió de la casa a esperar al grupo.

Los exorcismos

Cuando el sacerdote comenzó a interrogar a Latoya dentro de la casa, ella se quejó de un dolor de cabeza y de hombro. Latoya minutos después se unió con Samantha afuera. Mas tarde el oficial Austin salió de la casa al anochecer. Austin, quien ha recibido disparos y ha investigado asesinatos, violaciones y robos a mano armada durante sus más de tres décadas en la fuerza, dijo que no se quedaría en la casa después del anochecer.

El reverendo Maginot, el oficial Hammond y Rosa permanecieron en la casa.  En el dormitorio principal notaron que en las persianas había una sustancia similar al aceite que goteaba en el sótano, pero no pudieron averiguar de dónde venía. Para asegurarse de que Rosa o Latoya no hubieran vertido aceite en las persianas, el oficial Hammond tomo una toalla y limpio las persianas, selló la habitación durante 25 minutos y la resguardo para que nadie entrar. Cuando volvieron a entrar, el aceite había reaparecido.

Esa misma noche el reverendo escribe un informe detallando de sus hallazgos y le pide permiso al obispo Dale Melczek para realizar un exorcismo en Ammons.

Melczek negó la solicitud de Maginot de hacer un exorcismo sancionado por la iglesia. Pero el obispo le dijo a Maginot que se pusiera en contacto con otros sacerdotes que habían realizado exorcismos. Melczek le dijo que necesitaba que otros sacerdotes le dieran el ritual de un exorcismo menor, que no requiere la aprobación de la iglesia.

Ese mismo día, Maginot realizó un exorcismo menor en la casa de los Ammons. El ritual consistía en oraciones, declaraciones y llamamientos para expulsar demonios. Los dos oficiales de policía, Austin y Hammond, junto con Samantha, asistieron al ritual.

En junio de 2012, pocos días después del rito menor, Maginot dijo que el obispo Melczek le dio permiso para exorcizar a los Ammons. El ritual es el mismo que el exorcismo menor pero más poderoso porque tiene el respaldo de la Iglesia Católica, según Maginot. El reverendo finalmente realizó tres exorcismos, dos en inglés y el último en latín, en tres sesiones diferentes.

Durante los exorcismos Latoya oraba con Maginot hasta que se volvió demasiado doloroso. Dijo que sentía como si algo dentro de ella estuviera tratando de aferrarse e infligir dolor al mismo tiempo.

Después del exorcismo final a fines de junio de 2012. Latoya y Rosa ya se habían mudado a Indianápolis, pero regresaban para los exorcismos y las audiencias judiciales, ya que sus hijos todavía estaban bajo el cuidado del DSI. Maginot dijo que bendijo el nuevo hogar de la familia para evitar más problemas. Algunos días más adelante Latoya fue quema un sobre donde ella había escrito nombres de demonios, esto a petición del reverendo.

Después de eso, dijo Latoya, sus pesadillas terminaron.

De vuelta a la tranquilidad

Ammons recuperó la custodia de sus tres hijos en noviembre de 2012, casi seis meses después. Aunque el D.S.I continúo vigilando a los niños y asegurándose de que fueran a la escuela hasta que el caso se cerró. Ammons dijo que el regreso de sus hijos fue el día más feliz de su vida.

Tiempo después el caso se “ensucio” por investigaciones posteriores que encontraron fugas de monóxido de carbono, poco tiempo después el dueño de la casa, Charles Reed, decide demoler la casa. También se encontraron reportes de negligencia educacionales de los Ammons ya que desde 2009 los niños tenían problemas para atender la escuela.

Pero, cual sea la causa de estos sucesos espeluznantes que atormentaron a la familia, la realidad es que este caso se convirtió en uno de los más inusuales donde el departamento de servicios infantiles, el departamento de policía y la iglesia católica se vieron involucrados. Y hasta la fecha ninguno ha dado respuesta alguna de que realmente paso con los Ammons.

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